Por Mario Bonetti. Nuevo Periodismo considera de gran interés el presente trabajo ampliado del amigo intelectual y ex-presidente de la Academia de Ciencias de la R.D. y, he aquí su publicación completa. Le pedimos excusas a Mario por la falla del programa que coloca a Miguel como su autor, erróneamente. Aclaración necesaria.
Hará en este mes de julio de 2019 un año de mi visita en calidad de turista a Moscú y San Petersburgo, que es de lo que quiero contarles a los amables lectores, principalmente de esta última ciudad, porque fue una grandísima experiencia sensorial fundada en las emociones que me provocó la vivencia de la arquitectura , del diseño urbanístico de la ciudad, sus ríos y los canales fluviales internos, sus teatros de ópera, donde pude ver por primera vez en las tablas la gran ópera patriótica “Borís Gódunoff” de Modesto Mussorgsky, (y luego visitar su tumba en la misma ciudad donde él murió) en el renombrado teatro Marinski. Claro que para eso fue necesario haber reservado por internet la boleta de entrada con tres meses de antelación. De otra manera no hubiera podido asistir debido al aforo, o sea, al lleno del teatro al momento de la representación.
Dije que la visita a San Petersburgo (SP) fue una gran experiencia sensorial. Ahora quiero añadir que me sentí semejante a cuando en la primavera del 1963 pisé por primera vez suelo alemán en calidad de estudiante becario. En aquél entonces yo quedé fascinado por el bosque nórdico que nunca antes había visto; sus colores y aromas según la época. Luego las ciudades medievales y su típica arquitectura, sus casas de ópera; hecho éste que me llevó a convertirme en el único o el primer dominicano que hasta esa fecha había asistido al festival de las óperas de Ricardo Wagner en la ciudad bávara de Bayreuth, donde está ubicado el teatro exclusivo para la representación de las óperas del maestro.
2 Jóvenes alemanas en el 1963
Mis neuronas y sinapsis del verano de 1963 no son las mismas del otro verano de 2018 porque aquellas ya hace mucho que murieron, sin embargo, las nuevas y sus respectivas conexiones, surten el mismo efecto de aquellas, pues, en el caso que estoy narrando, canalizaron hacia mi cuerpo las impresiones sensoriales que se convierten en emociones con el aceleramiento de la circulación, el engrifamiento de los bellos de los brazos y más rápidos latidos del corazón. Por supuesto que el tipo de emociones que sobrecogen a un joven de 23 años nunca puede ser igual a la clase de consecuencias corporales que tales impresiones provocan en un adulto al final de la séptima década de su existencia terrenal.
En Rusia me faltó la inocencia arrolladora de las”emociones fuertes” propias de la juventud, como ocurre cuando adolescentes se enamoran (ver: Simone Belli y Lupicinio Iñiguez-Rueda: “El Estudio de las Emociones”, Universidad de Barcelona, Barcelona, 2008).
Así experimenté yo en aquél entonces la naturaleza, las ciudades medievales, las universidades, los museos y las mujeres alemanas, como cuando un atolondrado escolar se enamora por primera vez.
Sin embargo, aún para los octogenarios, si tienen las condiciones educativas e intelectuales requeridas, las bellezas de una ciudad como San Petersburgo pueden provocar “emociones fuertes” que se almacenan en el corazón cerebral.
Ahora me confieso y declaro porque he llamado a San Petersburgo con la boca muy llena, y lo vengo haciendo desde que regresé de Rusia, la ciudad más hermosa del mundo.
Ante todo sus iglesias, catedrales, la arquitectura urbanística, sus canales fluviales, sus paseos en barco, el río Nevá, las instituciones
para la cultura con sus salas de ópera y teatros, donde todavía se pueden ver las obras clásicas de la literatura teatral, ante todo el teatro Mariinsky, llamado en la época soviética Teatro de Ópera y Ballet Kírof, en honor del político Serguei Kírof, dirigente del Partido Comunista de la ciudad, y quien fuera asesinado por Stalín, el 01. 12. 1934, el mismo que le puso al teatro el nombre de Kírof para alejar, por cierto inútilmente, las sospechas de que había sido el mismo Stalin quien lo mandó a matar para librarse de un competidor partidista.
Como este mundo está lleno de “gente fresca” hay que hacerse la siguiente pegunta.
¿Y quién soy yo para decir que San Petersburgo (SP) es la más hermosa de todas las capitales del mundo?
Bueno, contesto su pregunta de esta manera.
Yo soy uno de esos tipos que ha arrastrado sus
Paseando en la nieve en la ciudad de Arolsen, estado de Hessen, febrero de 1963
zapatos caminando en las ciudades, casi siempre a pie, del sur al norte de Europa, incluyendo en esos periplos la periferia griega, específicamente Atenas y el interior del Peloponeso, que es la región donde están los monumentos de la gloriosa cultura griega de los siglos IV y III antes de nuestra Era. Así mismo la periferia comercial y política de Europa, como son El Egipto, principalmente el Cairo, Jerusalém y Tel Aviv.
Me ha faltado la renombrada Estambul y las ciudades del Asia lejana y cercana. Sin embargo, no hay que ser torero, dicen los españoles, para saber quien torea bien.
Lo que yo he visto en fotos y leído sobre las ciudades que no conozco es suficiente para proclamar a los cuatro vientos la inigualable belleza de SP, o sea, la más hermosa ciudad del mundo.
Memorias personales de Mario Bonetti…