La alegría navideña es una magnífica receta para atenuar el agobio de esta dura
realidad: el sistema ha convertido la política en negocio y demagogia populista, los
partidos en empresas capitalistas y las elecciones en mercados. Los “tutumpotes”
financian, invierten en partidos y candidatos, para sacar grandes beneficios cuando son
gobiernos y controlan instituciones del Estado. Los políticos corruptos hacen lo mismo
con una parte de lo que se roban y con la otra viven como reyes.
Esto opera como conjura para chuparle la sangre al pueblo con la valiosa ayuda de su
enorme poder mediático y sobre los cargos gubernamentales que pueden ser usados
para enriquecer cada vez más a los ricos y convertir a altos funcionarios civiles y
militares en nuevos ricos.
¿Qué cómo se enriquecen? Para ellos es fácil: explotando a los/as trabajadores/as,
pagándoles un salario que tiene un precio muy inferior al valor que produce su trabajo;
robando fondos del Estado y riquezas naturales al país (dinero, tierras productivas,
árboles, minas, arena, playas, agua, bosques; asignándose privilegios escandalosos
(sueldos de lujo, botellas, carros, camionetas y jeepetas pescuezo largo, viajes
costosísimos, dietas elevadas, exoneraciones…) para beneficio de ellos, sus amigotes y
sus familiares más cercanos.

Pero hay más: empobrecen aún más al pueblo y al país convirtiendo los bancos, ARSs y
AFPs privadas en fuentes de usura y parasitismo. Se enriquecen saqueando y
degradando la naturaleza, apropiándose de lo que es de todos. Y en esa dinámica, si la
economía crece, una enorme parte de la riqueza se queda arriba, “boronean” a una
parte de los de abajo y los del medio, y aumentan las desigualdades; y si esta se
estanca o desciende, los de arriba se quedan igual y le aprietan los cinturones a los/as
pobres y muy pobres y a la llamada “clase media”.
La depredación causada por grandes corporaciones capitalistas a la Madre Tierra, con
sus mineras, granceras, aserraderos, agroquímicos… con sus guerras y pleitos entre
países ricos,  la sufren los pueblos abusados; mientras, que para el colmo de los
colmos, los grandes daños que a una sociedad empobrecida y a una naturaleza
depredada, degradada y contaminada… les provocan esas guerras, huracanes,
tornados, terremotos, sequías, inundaciones, plagas, crisis económicas, epidemias y
pandemias (situación sumamente grave en el caso de la crisis precipitada y agravada
por la COVID 19), solo los pagan los de abajo, junto a los pequeños, medianos y
microempresarios. Aun así, nadie, nadie podrá robarnos nuestra eterna alegría
caribeña. Solo que pensemos cómo ajustarles cuenta a estos atracadores. 27-12-2020
Santo Domingo, RD.

Por admin

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