LA GUERRA EN UCRANIA: EU-OTAN
CONTRA RUSIA

Por Narciso Isa Conde
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, anunció el pasado jueves 23 de
febrero una «operación militar especial» en la región del Donbas,
ubicada en el Oriente de Ucrania.
A continuación las agencias del Imperialismo Occidental reportaron
supuestas “explosiones y ataques por todo el país”, lo que parece ser
un recurso para incrementar sus represalias fuera de la esfera militar.
Biden a su vez informó de exclusivas y “drásticas” sanciones económicas
contra Rusia de parte de quienes sólo representan “la mitad de la
economía mundial”; lo que disgustó al Presidente de Ucrania, que dice
dejaron solo a ese país.
EE.UU, como súper potencia en declinación, junto al sistema imperialista
occidental que todavía capitanea, está evidentemente a la defensiva en
esta confrontación, resignados sus gobernantes a perder lo que
conquistaron con el golpe de Estado de febrero del 2014, que estuvo
acompañado de la consiguiente y cruel represión contra el pueblo
ucraniano, seguida de fallidos intentos de sofocar brutalmente el
desgajamiento de Lugansk y Donetsk, constituidas en repúblicas
populares independientes.
PROPÓSITOS DEL GOLPE.
El Donbass es una región histórica, cultural y económica ubicada en el
Sureste de Ucrania, parte de cuyo territorio está ocupado por los pueblos
de Donetsk y Lugansk, que optaron por su autodeterminación y que
estaban siendo masacrados por el alto mando político-militar del régimen
golpista, con respaldo en armas y capacidad operativa de EE.UU-
PENTÁGONO y OTAN.
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Recordemos que EE.UU y potencias europeas aliadas a esa súper
potencia, dieron el golpe de Estado en Ucrania para separarla de su
alianza con Rusia forjada con posterioridad al derrumbe del sistema
soviético, y para controlarla política y militarmente.
En la base de ese golpe, que nada tuvo del amor por libertad que dicen
defender los gobernantes estadounidenses, están presentes sus
inaceptables ambiciones territoriales geoestratégicas y la inmensa
voracidad material de un imperio decadente, empecinado en prolongar su
modelo consumista y dispendioso, ya inviable.
Ucrania tiene una extensa frontera con Rusia y valiosos recursos
minerales, agrícolas e industriales.
Cuenta con enormes yacimientos de litio, mercurio, titanio y uranio;
además de hierro, carbón, agua y gas natural.
Posee uno de los territorios con las mejores capas vegetales del planeta
(abundante humus) y se ha convertido en un formidable granero mundial,
con capacidad de producción de enormes volúmenes de trigo, cebada,
centeno, pastos y otros nutrientes, que posibilitan alimentar a 600
millones de seres humanos.
Es claro que las mineras, las corporaciones agrícolas y pecuarias del
mundo capitalista occidental y las potencias carentes de esas fuentes de
expansión del gran capital, ambicionan controlar esos recursos; tanto
como el Pentágono incorporar a Ucrania a la OTAN y tomar posesión de
las fronteras de Rusia colindantes con las ex repúblicas soviéticas, algo
que quisieron imponer de manera perdurable y no lo han logrado.
REVESES POSTERIORES.
Ciertamente no pudieron mantener el control de CRIMEA, porque Rusia
recuperó su influencia usando su poderío militar; y más tarde han tenido
que enfrentar, a un costo de 14 mil muertos, la autodeterminación de
Lugansk y Donetsk.
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Tal masacre desmiente la supuesta vocación por la soberanía y la
democracia de los Jefes de Estado y magnates estadounidenses y
europeos, entre los que ahora sobresalen Biden y George Soros; ambos,
pertenecientes a la “facción globalista” afín al Partido Demócrata, han
jugado -y están jugando- un papel realmente funesto en la crisis
ucraniana en asociación delictiva con la jefatura político-militar
ucraniana, plegada a Washington.
Con razón, luego del Golpe de Estado del 2014, el entonces presidente
ucraniano PETRO POROSHENKO, declaró ante el Senado de EEUU que la
guerra de Ucrania no era una guerra “solo de Ucrania, sino también de
EE.UU”.
DECISIÓN DE RUSIA COMO POTENCIA EMERGENTE.
Rusia decidió impedir la determinación de los que pretendían
reconquistar a Ucrania por la fuerza, desde la Casa Blanca y desde sus
respectivos Palacios de Gobierno y sedes militares.
Ellos cargan con los crímenes de “lesa humanidad” contra los pueblos de
la región de Donbas, ahora ocupada por el ejército ruso a petición de sus
dos repúblicas independientes, evidentemente agobiadas por ese
inmenso genocidio y por sus limitadas capacidades de defensa frente a
sus aviesos y poderos agresores.
Con la decisión de Putin, en representación del Estado ruso, ese peligroso
conflicto ha subido necesariamente de tono e intensidad.
La guerra, que ya existía en territorio ucraniano, ha elevado su nivel en la
región DONBASS, todavía no generalizada a todo el territorio ucraniano,
como pregonan las agencias occidentales para intentar justificar las
draconianas sanciones económicas contra Rusia.
Es además para no creerse, pero es cierto, que como factor impulsor y
catalizador importante de la agudización de este conflicto, está actuando
la creciente impopularidad del presidente estadunidense Joseph Biden y
del premier británico Boris Johnson. Algo que otros mandatarios de ese
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sistema mundial, en plan de reelección, no han tenido empacho en
practicar con gran descaro en situaciones parecidas.
Hay, pues, que esperar incluso más sanciones y mayor confrontación.
Porque realmente no es un choque Rusia-Ucrania, sino entre el decadente
y agresivo sistema imperialista occidental (encabezado por EE.UU) y la
potencia emergente que encarna la Federación Rusa, dispuesta a
recuperar influencias arrebatadas y a impedir retrocesos en la nueva
correlación de fuerza mundial.
Todo esto tiene lugar en el marco de un duro enfrentamiento global de
EE.UU y sus aliados con el resto de la humanidad; lo que que ya ha tenido
expresiones criminales dantescas en Palestina, Kosovo, Irak, Afganistán,
Libia, Yemen, Siria, Colombia… y agresiones muy destructivas contra las
soberanías de Cuba, Bolivia y Venezuela.
Tan persistentes fechorías se han intensificado en la medida la pérdida de
hegemonía mundial de ese sistema de dominación se ha visto desafiado
por un gran polo alternativo representado por China, Rusia, Irán, los
Estados independientes de Asia, África y América Latina y el Caribe, y el
torrente de pueblos indignados y en rebeldía frente a un imperio incapaz
de admitir que pasaron los tiempos que lo llevaron a considerarse
“dueños del planeta”.
Y como nota curiosa, vale destacar como el presidente dominicano Luis
Abinader, su esposa Raquel Arbaje y Mr. Biden, coinciden en meter a su
Dios, que en fin cuentas es el Dios del Occidente imperialista, en esa
guerra; presentando el conflicto como una pelea entre Rusia y una
Ucrania supuestamente agredida por Rusia, llegando Biden a la ridiculez
de afirmar que “Dios está con Ucrania”.
Pero la verdad es que algo tan terrenal solo puede tener una salida airosa
si las fuerzas mundiales alternativas al orden mundial impuesto por el
maltrecho Coloso del Norte, logran desplegar energías suficientes para
obligarlo a recular. ¡Es de esperar que así sea! (24-02-2022, Santo