Por David R. Lorenzo
Primera parte
El apasionado y controversial tema del aborto ha vuelto a resurgir en la República Dominicana, luego de que nuevamente el Presidente Luis Abinader anunciara su respaldo, provocando reacciones en favor y en contra.
La cruzada en pro y en contra del abordo y el feticidio ha sido de largo aliento porque lleva miles de años en un duelo a muerte, en la cual los abortistas ganan terrenos, ya que vienen imponiendo sus ideas, en un mundo cada vez menos apegados a los valores tradicionales, y la República Dominicana, no es la excepción.
En Argentina, lograron su último trofeo, al Congreso aprobar este miércoles 30 de
diciembre del 2020, una ley que aprueba el abordo en sus tres causales, dando rienda suelta
a la alegría entre los partidarios desea corriente.
Para algunos el aborto y el feticidio son dos figuras jurídicas distintas, para otros es
una sola. Por eso hay quienes consideran el aborto como la finalización prematura del
embarazo de forma natural o voluntaria antes del que el feto pueda sobrevivir fuera del
útero, y el feticidio la acción y efecto de dar muerte a un feto.
Otros entienden que cuando el aborto no se produce de forma natural, sino por la
voluntad de alguien, principalmente de la madre, es lo mismo que el feticidio, ya que ambas
constituyen una muerte dolosa, porque el objetivo no es otro más que atentar contra la
vida en gestación para evitar su nacimiento.
El aborto y el feticidio interrumpen el embarazo, que es el proceso de la
reproducción humana que comienza con la implantación del embrión en el endometrio,
produciendo la muerte del producto de la concepción en cualquier momento de la preñez.
Es por eso, que algunos juristas consideran que el aborto es un crimen gravísimo
contra el ser humano, en su peor estado de indefensión.
En cambio, los contrarios a esa teoría sostienen que la interrupción voluntaria del
embarazo consentida por la madre, por las tres causales que levantan, no es un delito sino
una conducta que se le debe permitir a la mujer, porque lo consideran un derecho humano.
Inexplicablemente, instituciones planetarias que lucha por la vida y los derechos
humanos como, la Organización Mundial de la Salud, la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos, la Corte Europea de Derechos Humanos, Amnistía Internacional,
Human Rights Watch y el Comité de la ONU contra la Tortura, entre otras, se han sumado
al coro de que el aborto debe ser permitido cuando la vida o salud de la madre corre
peligro, cuando el embarazo es producto de una violación o un incesto o cuando
represente un riesgo para la vida de la mujer.
Dicen que permitirlo es un derecho humano de la mujer, y prohibirlo y castigarlo,
una acto de tortura para ella, y no un asesinato contra el feto.
Ojos que no ven, corazón que no siente.
Ver maltratar o asesinar a un niño, incluyendo a los recién nacidos, produce en la mayoría
de los seres humanos un rechazo total, lloro, protestas individual y colectiva, indignación,
impotencia, rabia, cólera y deseo de aplicar justicia por nuestras manos, entre otras cosas.
Incluso, si el recién nacido sobrevivió al vientre y es el producto de una violación, de un
incesto o vino al mundo con alguna enfermedad o mal formación, ninguna sociedad
permitirá que sea eliminado, porque inclusive en algunos casos, como en la segregación,
tendrá muchos más derechos a existir que otros normales.
Pero, por el contrario, que se desmembré un feto dentro de un útero, a la mayoría de la
gente no le produce ningún remordimiento ni dolor, sino por el contrario, miles participan
en marchas multitudinarias, con cartelones, consignas y vociferación, para que eso se
apruebe y se lleve a cabo.
Y ese acto, impropio de la naturaleza humana ¿por qué se produce? Simple. Esa muerte
cruel no se firma, ni se da a conocer, y sólo el personal médico la presencia sin inmutarse
ni remordimientos. El llanto del feto no se escucha en el vientre. Solo el feto, indefenso y
sin nadie que lo ayude, ni siguiera su madre, grita en su interior y siente su dolor en su peor
momento de su corta vida y se desangra hasta dejar de existir.
Entonces, el problema está en el útero, que se ha convertido en el lugar más inseguro para
la vida humana, y eso se produce, porque tal como dice un popular refrán, “ojos que no
ven, corazón que no siente.